sábado, octubre 27, 2007

Postulación

Apenas aprendió a leer y a cruzar la calle sin ayuda de su mamá, el niño comenzó día a día a caminar la cuadra que separaba la casa del negocio. Allí se encontraba su abuelo, el dueño del restaurant, sentado en una de las mesas leyendo los diarios que compraba todas las mañanas. Había que esperar hasta que el viejo hombre lo mirara de reojo y sonriendo le dijera: “toma oh”. El niño, sediento de lectura, accedía a toda prisa a revisar las páginas. El primero, el de titulares rojos, prometía lo último del acontecer nacional. El segundo, era el cuarto y estaba adornado por una dama que, curiosamente, nunca daba la cara.
“Quiero ser periodista”, dijo con claridad. Desde entonces se transformó en el reportero de las noticias del barrio. No dejó pasar asaltos, incendios, choques automovilísticos, incluso balaceras y desengaños. La lógica era la siguiente: hecho, reporteo y despacho con celeridad ante su familia. Rey de la copucha y pendejo con opinión, se ganó el mote de “viejo chico”. Su tío y padrino, quizás como un presagio, lo bautizó como “las últimas noticias”. No había suceso que se le escapara, no ha habido noticia que sea de su interés y que haya pasado frente a sus ojos sin prestarle atención.
Hoy, a sus 24 años, Roberto Luján está cerca de cumplir el sueño de una carrera profesional. Antes, debe cumplir con el requisito de una práctica que siempre ha esperado, la de reportero de verdad. En un diario. En aquél que ahora titula con letras amarillas sobre una fotografía del tamaño de toda la portada.